RAMÓN G. BALADO, El correo gallego.

El Curso a MI LA DO, integrado en el Vía Stellae, con el que colaboraría en cuatro actuaciones y que impartirían en lo docente las integrantes del Trio Magrí, el viola Humberto Armas, Marion Sarmiento en educación auditiva, además del violinista A. Malikian, el pianista L. F. Pérez, un portento arrollador en el teclado y Larissa Shomina para interpretación barroca.

Para entrar en materia, el coro que representaba al curso dirigido por Marion Sarmiento, prepararía en ánimo con el Zum Sanctus de la Deutsche Musik de F. Schubert para ceder testigo a los solistas elegidos con un dúo formado por Mariña Caamaño -violín- y Brice Gonzales -piano-, en ese siempre celebérrimo Minuetto perteneciente a su Quinteto en LA M., tercero del Op. 11. A dúo también, Alfonso Sánchez -violín- y Ana Fernández -piano- para Contrastes, pieza de aire juvenil de un García Abril siempre propicio al trabajo sobre piezas didácticas.El violinista Emiliano Sánchez dejaría una obra de ambientación más que popular y de raíces americanas, Millonaire´s Hoedown. La pianista Cristina Bernal, volaría con riesgo apoyándose en el cuarto Momento musical en mi m. de S. Rachmaninoff. La pianista Paula Gago y la flautista Laura Yáñez, apuntarían el tercer movimiento de la Sonata de Poulenc, apreciado por su discurso saltarin. En Piano, Marina Fernández, en una visión muy madura por su jeux perlée de jardínes bajo la lluvia de Debussy.

La orquesta del curso a MI LA DO, se apuntaría el resto. Un movimiento, adagio, del Concerto Grosso nº 8 de su op. 6 de Corelli, el forjador de la escuela europea de violín. A. Vivaldi mantendría criterio parecido por su Concierto para dos chelos, con protagonismos solísticos de L. Pérez e I. Cupeiro con el peculiaridad una intervención al piano de Beatriz Adan, tomando distancia del preceptivo clavecín. Un Mozart también juvenil al amparo de la forma rondó que marcaría las tres danzas alemanas. Zingarismos para proseguir por los exotismos de las breves Cuatro canciones de A. Alshin y una íntima arietta de A. Skulte para entendimiento de los violinistas E. Negro, X. Carro y A. Sampedro con la pianista P. Gago. El final, nada más exultante que la Pizzicato Polca de E. Strauss con acompañamiento de palmas.

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